Buscar

Emanuel Fernandez

Un inadaptado social que escribe. Demasiado obstinado, con ideas que no encajan con la mayoría.

Verso #21

–XXI–

Necio sea quien diga de la espina
que no ha de ser también hermosa
sin entender que es lo más vivo
que se guarda ingrávida la rosa.

Es, pues, la espina expectante incomprendida
lo que más al mundo con la breve flor conecta
porque lo demás adorna y deleita al que la mira
mas ha de haber espinas para que esta sea perfecta.

Y estoy asi unido a usted, dulce rosa mía,
por las espinas que fraguaron esta historia.
Porque dos corazones se unen más por las espinas
pues la vida sin dolor pierde su gloria.

Rompa entonces, amor mío, cuanto quiera
este hueco corazón que le he entregado
Sea mi flor, con la espina y que nos duela.
pues dos corazones, sin espinas, no han amado.

Emanuel Fernandez

Entrada destacada

Lo que no supe decirte

 
Que quise que fueran míos los labios
que te susurren por la mañana,
y que mis besos aderezen tu piel
mientras el sol se asoma a tu ventana.
 
Tú que fuiste mi más hermosa brevedad,
hija de todos mis sueños y delirios.
Que fueron tus ojos mi luz y oscuridad,
razón de mil tormentas y martirios.
 
Yo amé tu simple dualidad.
Tu ardiente visita y tu calma.
Que hacías temblar y traías paz.
Que secabas lagunas y calabas el alma.
 
Esa delicadeza extraña
en tu profunda mirada
junto al fuego vivo que nacía
en tu mejilla arrebolada.
 
Eso fue todo lo que no supe decirte
y lo que me inundaba por entero
pero somos dos intransigentes;
yo fantasma oscuro y tu chispero.
 
Tú te contentas con pocas llamas,
yo entro a la hoguera y me incinero.
Para mí era sólo una pequeña flama,
para ti era demasiado fuego un «te quiero»
 
—Emanuel Fernández

Entrada destacada

Verso #18

—XVIII—
 

Yo sé que te mentiría si dijera
que no le tengo miedo a nada
porque temo a muchas cosas,
por ejemplo; vivir una vida apagada.
 

Temo que no hallen mis versos tu corazón
y que se marchiten tristes a la entrada.
Temo correr, olvidar hacer paradas y perderme
pero sobretodo temo a no verme en tu mirada.
 

Y no me avergüenzan mis miedos
porque son un signo de estar vivo,
pues me recuerdan que tengo un alma
que soy fuerte, y que aún respiro.
 

Mis miedos también me dicen algunas cosas sobre ti
como que tú trasciendes de toda mi alma las froteras;
que no fuimos, pero vale la pena ser, porque seremos
sueños vivos, de horas, noches, años y vidas enteras.
 

–Emanuel Fernandez

Entrada destacada

Espejismos

Hoy claramente entiendo
que te inventé en mi cabeza;
que te idealizaba solo y ciego
entre mis sueños y tristeza.

Te adobé con mi esperanza
y fue un error tal ligereza
pues no fuiste más que un sueño
con delirios de grandeza.

-Emanuel Fernández

Entrada destacada

Verso #17

-XVII-

¿Porqué han de ser más poéticas
las coloridas azucenas
que las desconocidas flores
plantadas en tu jardín?

Si por tus flores sin nombre
arden vivaces mis venas
y por sus bellos colores
se haría un poeta espadachín.

¡Oh, si supieran el dulce néctar que destilan
tus tupidos jardines menesterosos!
Bien podrían seguir llamándolos maleza,
bien podrían decir que hay otros más hermosos.

Mas no creo, dulce flor silvestre mía
que halla en algún lugar flores más bellas y bienaventuradas.
Pues aunque podrían aquellas ser más coloridas,
estas deleitan tus ojos y son por tu sonrisa regadas.

-Emanuel Fernandez

Entrada destacada

¡Libertad!

Patria volvió a visitarme anoche.
Desnuda, sólo con su guirnalda.
Con playas en la cintura
Y con los campos en su espalda.

Y en sus ojos vi un pueblo,
Y en el pueblo un vacío.
Era una isla, con cabezas, vientres,
manos, y corazón vacío.

Y había un verdugo que le azotaba
Y su dolor llegó a ser un río
Que le quitaba la paz y le ahogaba,
Dejando sólo un sitio baldío.

Y ella dijo ser presa aplastada
De un sistema de Poder maleable
Que rige cínico, con dureza cruel,
mas cada cuatrienio es afable.

Un sórdido reino banal y viciado,
por todos lados podrido,
que ha mancillado la libertad
y ambiciona un pueblo dormido.

Allí la ley es epístola olvidada;
sólo papel desdeñable,
que algunos consideran piel,
o algún traje intercambiable.

Es cuna fúnebre de sátrapas,
y de muchas ratas; nido
Que torciendo la verdad
justifican sin sentidos.

Y lo normal es que, con tanto, un pueblo se alce y despierte.
Sin embargo el mío sigue dormido.
No sé si ha sido tan fuerte
O no ha sido suficientemente herido

Mas yo, sé de buena tinta que a lo lejos,
su esperanza cabalgando viene y riela,
Pues el tiempo sabe libertar Pueblos
Si tienen un corazón que libre vuela.

Y se levantará luchando esta única Patria mía,
despertando majestuosa de su somnolencia amarga.
Y al sentir la brisa al fin sabrá un buen día
Que no hay tesoro que más que la libertad del pueblo valga.


–Emanuel Fernández

A mi pueblo y algún otro de América o del mundo.

Entrada destacada

Verso #14

-XIV-

No olvide usted, señora,
que por más fugaz y trivial
que le parezca el hecho
de que la pretendí,
francamente en un tiempo
usted también vivió aquí;
entre los pedazos
de este corazón
y los poemas que escribí.

Mas decidió emigrar,
y al ser vilmente ignorado
fue mucho lo que aprendí.

Aprendí,
por ejemplo,
que no se vuela lejos
sin esperar un mejor destino.

Así que también volé,
y encontré, gracias a usted,
un mejor camino.

Supe entonces que no hay luz
que sacie un corazón mezquino,
ni deseo que no se ahogue al tiempo
hundido entre copas de vino.
Y puesto que a veces la desventura
se viste en lienzos de lino,
entendí también que al caminar,
los pies se hacen más sabios,
más fuertes, tras el lodo y los espinos.

-Emanuel Fernandez

Entrada destacada

Verso #13

-XIII-
Hay estos largos dias a final de verano
En los que me toca enterrar mis tesoros.
Y destruyo mis castillos de arena con la mano
Y veo caer mi mundo bajo lluvias de meteoros.

Dias en que me siento a ratos desventurado
Y me invaden con sorna las voces de mis detractores
Pero se también que pronto volverán otros veranos
Y que algún otro dia volveran a crecer las flores.

-Emanuel Fernandez (fragmento)



Entrada destacada

De niño, de anciano, de mujer.

Un hombre no podrá
Ser plenamente feliz
Sin volverse
Por ratos niño.

Olvidando apariencias,
Saltando los miedos,
Riendo de sí mismo
Y creándose un camino.

Pero aún no estará completo
Si no consigue sentarse en verano
Y sopesar sus pasos sabiamente
Con la sensatez de un anciano.

Tomando las cosas en serio,
Ignorando faltas ajenas quizás.
Viviendo cada día como el último,
Encarando la vida sin mirar atrás.

Pero una vez decida qué quiere y a dónde ir
Le faltará afrontar esos retos y creer.
Derribar sus muros y avanzar
Con la fuerza y tenacidad de una mujer.

Mujer que a sí misma se basta
Y embiste hasta conseguir lo que quiere.
Mujer que es fuego, que no escampa,
Cuyos sueños brillan, cuyo amor no muere.

Así que ojalá y mientras tratas de ser
Nunca hagas a un niño entristecer
Y vivas sin menospreciar al anciano
Ni subestimar el poder de una mujer

Pues a un hombre de gran corazón,
siempre será menester,
un par de fibras de niño,
de anciano y de mujer.
textgram_1471120217.png

-Emanuel Fernández

Entrada destacada

Celebración y Premios (Una bonita dinámica)

Hace un par de meses publiqué este blog, como un paso en un mundo del cual no conocía nada. Y me complace decir que ha sido una experiencia emocionante y fenomenal. He conocido gente maravillosa, he leído sus historias y pensamientos y de paso he dejado los míos también en el camino.

Y parte de la emoción que me sobrecoge se debe a la nominación de Silvia Contreras para el

RECOGNITION BLOG AWARD

Ella tiene un blog extraordinario el cual me encanta y les recomiendo seguir. Ella siempre tiene unos posts geniales que sé que les van a encantar.

 

Las reglas son las siguientes:

  • Agradecer al que te nomino e incrustar un enlace a su blog.*
  • Compartir cómo comenzó el blog.*
  • Dar un poco de consejos que los nuevos bloggers pueden llevar. *
  • Seleccionar quince otros blogs que usted piensa que realmente se merecen el premio. *
  • Visitar los blogs que has nominado y hacerles saber. *

*Y bueno, pues este espacio empezó en cuadernos apilados en mi cuarto, sobre mi mesa y con notas en mi móvil y laptop… Un día estaba leyendo a William Blake, que por cierto es un personaje intrigante, y su obra «El matrimonio entre el cielo y el infierno» y tropecé con su frase: «No razonaré, ni compararé: mi tarea es crear.» y decidí hacer lo mismo, pensé que esos cuadernos llenos de polvo y esas notas eran más que papeles, sueños, y que podían hacer una diferencia para alguien más que las lea y quizás se inspire y también escriba, o haga lo que siempre quiso. Esta es la parte más intima de mi persona. Aquí soy yo, sin tapujos ni máscaras y me complace formar parte la blogósfera. Un abrazo.

*Consejos: Ama lo que haces. Porque cuando amas, puedes tener días oscuros pero al poco tiempo logra salir el sol. No tengas miedo. Se tu mismo/a. Escribe sin importar que piensen. Escribe para ti, por gusto, enamórate de ello… Y aprende de tus errores y de los de los demás.

*Mis nominados son…

Entrada destacada

¿Qué hay al final?

Pasos lentos,
canas y arrugas.
A esto se reduce
inevitablemente
el tenaz fulgor
del ser humano.

Como si la vida
nos llevase acelerados
a la máxima expresión
para al final
hacer burlas sádicas
sobre la fragilidad del ser.

Allí te conviertes en niño.
Y ves el resultado
de la suma de tus actos.
Y lamentas, quizás,
no haberte quejado menos,
No haberte reído más.

Ves lo que construiste,
te alcanza lo que destruiste.
Y empieza a no importarte estar sólo.
No porque no haya gente a tu lado
Sino porque sabes que te vas
Y que nadie podrá ir contigo.

Las manos tiemblan,
Los pasos son débiles.
El tiempo es corto
Y los huesos frágiles.

Perdiste fuerza, y ganaste sabiduría
Aunque eso no siempre pasa.
Pues los hay también cabrones; viejos sin fuerza
Con los que hasta el tiempo fracasa.

Mi abuelo solía decir a veces:
«¡Lo que vas a hacer, hazlo pronto…
…pues no tienes todo el tiempo,
Y el tiempo te va haciendo tonto!»

Y al final siempre decía,
Quizás para que enfatice:
«¡Y eso no lo inventé yo,
La misma Biblia lo dice!»

Entrada destacada

Incendio y vendaval

Lo que tu ya sabes
Es que yo levanté muros
encerrándome hasta hacer de mí
Un enorme enigma oscuro.

Lo que no dije fue, -por ejemplo-
De los muros que derribas.
Y que veia tus sonrisas
Entre mis sonrisas furtivas.

Sabes de mis sueños
Pero no de mis desvelos.
Como si vieras las nubes
Sin haber mirado el cielo.

Sabes que movía los pies
Pero no a dónde me dirigía.
Y que se me iba la mirada
Pero no que tú eras lo que veía.

Y un día se te encendió el alma
y vi que yo también ardía.
Y del fuego nacían versos

y de los versos, una utopía;

Tu, la mayor de mis quimeras
Alteraste mi mundo en aquel beso.
Beso que encendió una hoguera
Y desde entonces arde y quema mis huesos.

Y conoces también mis nubes grises
Pero no que yo también les temo.
Temo que alguna vez lluevan
Hasta apagar lo que tenemos

Sin embargo aquí estamos los dos;
Tu incendio y yo vendaval,
Hundiendo los pies en la arena,
Viviendo el hoy hasta que llegue el final.

-Emanuel Fernandez

Entrada destacada

Cavilaciones y mentiras

—…nunca le mentí. —Dijo con voz entrecortada— Y puede que después de sincerarme sobre esto, me llamen insensible y sin corazón, y quizás tengan razón, pero tengo una ventaja que quizás ustedes no, y es que soy sincera.

Nunca le dije que estaríamos toda la vida juntos, como el me decía a menudo, nunca se lo dije porque sabía que no dependía de mí, sino del destino creado, para él y para mi…

Pero… ¿Y si él estaba dispuesto a cumplir su promesa y pasar toda la vida junto a mi?
¿Y si era yo quien no quería pasar la vida junto a él?
¿Y si solo quería estar con él por una determinada medida de tiempo?
¿Y si me aburrían las eternidades, las promesas y el amor perfecto que todos buscan?
¿Y si era una especie extraña y poco conocida que desearía jamás haber sido descubierta?
¿Y si quería quedarme encerrada en mi misma para siempre, solo disfrutando del mundo exterior a ratos?

—Ella siguió dirigiendose al grupo mientras yo observaba. Se detuvo un rato, pensativa y continuó—

Así me definía… Como una clase de algo extraño que hubiera querido quedarse en el anonimato para siempre…
Yo me conocía… Y conocía mi concepto de mi misma… El no lo supo entender e intento entrar en el ojo de mi huracán…
Una vez más pensarán que soy cruel… Pero… Es obvio que acabará cual soldado que lucha contra un ejército, con esperanza de salir victorioso, o como una pequeña embarcación en alta mar en un mal tiempo…
…destrozado.

–Raquel Fernández, Cavilaciones nocturnas

Entrada destacada

Memoria de un crimen sin victimas

-Adiós -dijo ella un día.

-Yo la miré marcharse sin decir nada,
pero la seguí con la mirada desde mi ventana.

Luego tomé lápiz y papel, fui tras ella
y la hice versos, de los pies a la cabeza,
todas sus debilidades y fortalezas,
todos sus miedos; toda su belleza.

La secuestré entre las líneas de un cuaderno
durante aquella noche lluviosa de abril…

-¿Está confesando?

-Si. Y cada mañana miraba las páginas y decía:
«Buenos días amor. Nunca te irás,
mientras yo pueda escribir.»

-Entonces, a la luz de los acontecimientos,
¿Cómo se declara?

-Culpable, señoría. Culpable de amarla hasta perder la cordura.

-Emanuel Fernández (Memoria de un crimen sin victimas)

Entrada destacada

Verso #11 (Gente Rota)

-XI-

Caemos.
Velozmente, cuesta abajo.
En una espiral despiadada y oscura.
Solos, hambrientos, desesperados.

Dicen que esta espiral
Que nos causa tantas heridas
Tiene su propio nombre;
Dicen que se llama vida.

Y al caer, aveces olvido que duele vivir
Al ver la belleza de las noches estrelladas
Y ver la gente cayendo enamorada;
Gente sensible, gente agrietada.

Todos caen por esta colina empinada
Donde sólo el amor opaca el dolor de las tropezadas,
Y nos hace ver que no importa si dura o duele y nos acaba;
Vale la pena caer viendo mejillas sonrojadas.

Y mientras caemos, amamos, y el corazón se nos mejora
Aunque estamos rotos y vamos en una azarosa picada fría
Pero el amor hace aún de la caída una cosa encantadora
Y quizás también el amor llega a salvarnos un día.

Pero yo no me quiero ir, ni ser de la gente salvada,
Pues aunque la vida duele y es cruel y despiadada
Por ratos también es hermosa, majestuosamente iluminada;
Toda una barbaridad digna de ser apreciada.

Y aunque podría seguir así, cayendo triste y descontrolado,
Mientras amargado me desgasto; me voy apagando
Como muchos más que no ven belleza en un cielo arrebolado,
Prefiero tu amor, al caer, y mientras caigo, ir soñando.

Caer por la vida riendo y pintando,
Escribiendo, haciendo reír; creando.
Caer creando mundos más bellos
Mientras de paso me voy enamorando.

Y aquí estamos, aún seguimos cayendo.
Usted, yo, y un montón de gente quebrada.
Gente que ama la vida, gente herida, y despedazada;
Gente rota buscando amar y ser amada.

-Emanuel Fernández

Entrada destacada

Verso #10

-X-

Tú, no me conoces.
Si no sabes cómo te añoro
Ni logras comprender a cabalidad
Cada una de mis ansias y desvaríos

Y que de noche te busco a voces,
Con un alma en deterioro
Que pretende en su oscuridad
Hacerte un jardín en un corazón baldío.

Oh, si pudieras ver los demonios y las fieras;
Los dragones internos que he intentado domar
Para poder parecer normal cuando salgo ahí fuera
Aunque nunca he sido, ni he querido ser normal

Y sabrás, si consigues leerme una noche cualquiera
Bajo un cielo oscuro colmado de estrellas que te miran,
Que también yo miré ese cielo y esas estrellas pensando en ti
Y que soy de los que aman y esperan, y esperan y suspiran.

Y te convertiré en el más hermoso de los versos;
En largas caminatas, cafés, días de sol y noches estrelladas.
Y ambos amaremos nuestros dragones, días oscuros y fieras,
Y serán nuestras todas las mañanas y tardes arreboladas.

Seremos las únicas estrellas de nuestro pequeño universo,
Y un día te diré lo mucho que pensé en ti al escribir hoy.
Y que amaría que seas parte de mis verdades y quimeras
Pero aún no estás. Todavía no tienes idea de quién soy.

Aun no te encuentro…

-Emanuel Fernández

Entrada destacada

Verso #9

-IX-
Prefiero los amores
que embisten intempestivos.
Los que no parecen cuerdos
y nos toman desprevenidos.

Esos que arrebolados brillan
Y se renuevan cual torrente,
y no las historias normales
que tanto conoce la gente,

Porque lo normal se oxida y se acaba;
y lo que acaba muere, se olvida; se vuelve nada.

-Emanuel Fernández

Entrada destacada

No estamos perdidos… Aún.

Todavía me faltan besos, y miradas.
Faltan lunas y noches estrelladas.

Y buscar tu silueta hasta que me pierda,
y que perdido del todo llegue a encontrarte.
Y cuando te encuentre será otra historia

Porque ninguno querrá estar en otra parte
Me preguntarás donde estuve todo el tiempo
Y te diré que estuve buscándote

Entonces no habrá vuelta atrás.
Entonces, ciertamente, los dos estaremos perdidos.

-Emanuel Fernandez

Entrada destacada

La pregunta

     – ¿Me quieres? -Preguntó ella por enésima vez..
Él se quedó pensando cómo responderle, y tras un rato la miró y dijo:
          «Aquel brillo fortuito que nace en tus ojos cuando me miras
Para hacerse una estrella fugaz; es mi más ansiada brevedad,
Suspiras, y deliro; con las mismas locuras que deliras.
Estas loca, bella, despeinada, y amo esa simple ambigüedad,
          Amo tu risa desquiciada;
Amo la armonía que inspiras;
Y veo cielo en tu mirada
Y oigo en tu voz cantar las liras
          Quiero escarbar y hundirme en tu cuerpo, y ser tu universo entero
Solo pido que no lo hagas de nuevo, no me preguntes qué quiero
Si sabes que te extraño a suspiros y en cada suspiro muero
Que cada muerte mía es un verso y cada verso un «sí,
te quiero»”
                                                                                -Emanuel Fernandez
Entrada destacada

Verso #4

-IV-
Me gusta verte a ratos, descifrarte a besos la mirada

Y ver como eres a la vez la calma y también la tempestad.

Verte morir de risa con tu melena enmarañada

Y saber que amo tus risas y lágrimas, tu ser; tu dualidad.
-Emanuel Fernandez

Entrada destacada

Y que te mueras de amor…

Quisiera que alguien, seas tú o quien
fuera, 

me buscara como te busco yo a ti. 

Así, con deseo, y también certeza 

de
que nunca has sido ni serás en otro lugar feliz, más que aquí.

 

     Que soñaras conmigo. Que no puedas dormir,
y te desveles pensándome. Quisiera que me busques, o me esperes hasta que te
encuentre.

 

Y que te
mueras de amor por mí mientras tanto,

y en lo
que mueres sonrías al pensar que he de encontrarte.

Que te
reviva mi amor verde en el campo,

y que
busques mi mano mientras yo busco amarte.

Porque
yo también muero de amor al soñarte,

y me
convierto en beso de luna entre tanto.

Cavilándote
absorto, oh, inocuo baluarte;

te
añoro, te busco, te espero y te canto.

Entrada destacada

Verso #2

-II-

Te hago verso por si a lo mejor me lees un día cualquiera

Y por si nuestras almas llegan a juntarse un día fortuito,

Para mantener viva la esperanza, y que la flor no muera;

Te escribo. Porque serás siempre lo más bello que yo haya escrito.

-Emanuel Fernandez

Entrada destacada

Mientras pueda escribir…

 
Nunca te irás.
…mientras yo pueda escribir.
Entrada destacada

Verso #1

-I-

Te hago verso porque es así como yo conservo la cordura.

Porque vuelvo a sentirte conmigo entre las letras y el papel

y vuelvo a soñarte en las noches en cada trazo de mi pluma

y la tinta huele a ti; a tus ojos cafés, a besos y a miel.

-Emanuel Fernández

Entrada destacada

Vive a raudales

Si, cuando apagados tus ojos en la noche oscura,

no recuerdas haber tocado un alma antes que un cuerpo.

No fue tu muerte, sino tu vida, algo pura y absolutamente incierto.

 

Y si en tu pasar por el mundo, no aportaste a su hermosura;

si ahogaste el amor entre el afán y la premura,

ojala hayas estado muerto, porque eso tendría más cordura.

 

Pues si al mirar atrás no ves amor, ni sonrisas, ni dulzura,

tu vida fue polvo errante, breve llovizna, vil tortura.

 

«Pobre alma que nunca blandió su espada»,

murmurarán de ti, y de tu vida apagada.

Que fuiste sólo un triste gorjeo de ave extraviada.

Que no exististe. Que fuiste nada.

 

La vida se vive a raudales. Dejándote amar y amando.

Regala pedazos de ti, por ahí, de vez en cuando.

Porque se sabe que la dicha de recibir comienza dando,

y que nunca morirás siempre que alguien te siga recordando.

-Emanuel Fernandez

Entrada destacada

El mensajero

​Corría un día lluvioso de marzo de un año cualquiera, y el viejo despertó como en un día más. Para mí, sin embargo, era el día en que lo iba a matar.
 
Aquella mañana se levantó temprano, fumó medio cigarrillo y tomó una ducha fría, después de lo cual se puso la vieja americana azul sombrío, justo a tono con el corazón que palpitaba en esa caja de huesos maltratada por el tabaco que llamaba pecho.
 
Tenía los pómulos saltados como montañas, y en las cuencas de sus ojos se cernía el peso de la vida, y dos chispas casi opacas y al punto de la extinción, como si hasta la muerte misma estuviera esquivando su alma.
 
Nunca salía de casa, excepto cuando se asomaba a recoger lo que de tanto en tanto enviaba con el mismo mensajero, el único hijo –de todos los que tuvo– que aún le hablaba.
 
Aquel hombre escuálido y maltratado por la vida, se había olvidado de todo, y especialmente de mí con el paso del tiempo, empero, yo siempre lo recordé.
Se habia retirado a un pueblo minusculo hacia el sur, porque todo lo lejos queda siempre hacia el sur.
 
Yo nunca me molesté en saber su nombre. Para mi, siempre fue y sería, el viejo.
 
Había caído entonces la tarde, y me presenté a su puerta sin más. Toqué. No respondió. Toqué una vez más, y decidí girar el pomo de la puerta. Entonces pude oírlo toser. Estaba en la parte de atrás. Su casa, parecía más un almacén abandonado. Olía a soledad y destierro mezclados con nostalgia.
 
Tomé entonces un cuchillo oxidado, lo primero que alcancé a ver en una caja de herramientas que había tirada en el piso, y me acerqué a la puerta de atrás.
 
Allí estaba, de pie junto a un montoncito de madera que daba la impresion de que habría estado improvisando una especie de vivero y tenia una maceta de barro en la mano. Su mirada era fija e inexpresiva pero noté que me había estado esperando. Di un paso atrás. Casi suelto el cuchillo pero apreté la mano temblorosa y caminé hacia el viejo. Él no se movió. Yo apresure el paso y cuando estuve lo suficientemente cerca para un beso, llevé mi mano derecha a su cuello y lentamente le hundí el metal oxidado entre las costillas. Unas pocas laminillas de óxido se desprendieron y cayeron por mi puño ensangrentado.
 
Oí el golpe seco de la maceta que sostenía al romperse contra el piso. Sentí sus manos apretarme los hombros. Luego exhaló y tosió. Sangre. Sólo entonces noté su olor putrefacto entre las flores.
 
–El paquete está en la mesa de la cocina. —susurré.
 
No sentí nada de lo que habría esperado. Solté el cuchillo en su tórax, y quemé las fotografías de los niños abusados que guardaba.
 
De él, dijeron que unos ladrones habrían tratado de robarle.
 
Jamás volví a aquel lugar, aunque viví en los alrededores un buen tiempo, pero uno nunca se vuelve a ser el mismo después de algo así.

—Emanuel Fernandez

Shh…

​Calla.
Nunca grites al viento lo feliz que eres,
ni hagas alarde ante la vida de los pequeños placeres.
 
Calla, y sonríe.
 
Que el amor es un susurro que se escapa.
Que suele irse cuando tu alma se destapa.
 
Calla.

Despertar

     ​Ella entonces se miró al espejo y decidió ver más de lo que el reflejo le decía. Fijó los ojos en aquellas cuencas sobre sus pómulos marcados, y recordó la niña que jugaba junto a la vieja estantería. Vio las cenizas que quedaron de sus llamas sofocadas; lo que siempre quizo y pudo ser mas se entregó cual ave encadenada. Sólo allí supo que siempre tuvo todo lo que en alguien más buscaba, y que nadie le amaría más de lo que así misma ella se amara.

     Entonces corrió aquel día lo más rápido que pudo, arrastrando con escuetas fuerzas un alma perdida, un cuerpo desnudo. Y se prometió vivirse y ser feliz, sabiendo que no quería ser sólo llovizna. Se descubrió entonces siendo tormenta sobre un cielo de verano, y tras aquello no fue nunca más la misma.
–Emanuel Fernández

Verso #22

—XXII—
 
​Si usted, está pensando venir
Oh, muy hermosa señora mía,
Para bailar y ver caer las tardes
Y llenar de colores mis mañanas
 
Aunque ría usted como ángeles
O como demonios, todo el día
Mejor no venga a entusiasmarme
No dispare, ni cierre mis ventanas
 
No quiero cambiar el color
De mis sabanas grises
Ni que ahuyente usted
Los cuervos de mi balcón
 
Pues los cuervos que allí ve
Son mis íntimos amigos
Y así como mis sabanas
Tengo gris el corazón
 
Sepa que odiaría yo depender
o atarme vilmente a sus amores
Y esperar de usted lo que sea
que esperen los que aman del amor
 
No la confinaría yo a esta vida
Para evitarle ante todo los dolores
Pues sería quemar las barcas y saltar
A ver si las aguas nos traen algo de dulzor
 
Así pues, le ruego me disculpe
Mas ya no venga, y es mejor.
No haga caso a lo que escribo
Son suspiros que me salen por error.

No venga a apagar mis ceniceros
Ni a manchar mi gris con su color
Siga bella, y déjeme verla desde lejos
Mas no venga, por favor.
 
—Emanuel Fernandez

Rotos

​Creo, que todos queremos a medias, en verdad.
Pues yo dudo que alguien jamás
pueda decir «te quiero» sin reservas
y darse así por entero, hasta que no le quede más.

Todos somos de alguna forma barcos rotos
e intentamos que el amor nunca se agote.
Y quizá esto hace el amor más hermoso,
y quizá es lo que nos mantiene a flote.

—Emanuel Fernández

Eleonore 

Eres. Soy.
Mas podríamos
ser
todo.

Talvez
perdidos.
A medias
o solos…

Así sueño
una vida
que no
viviremos.

Así veo
el amor
apagarse
en tus ojos.

Emanuel Fernandez


Otra hoja de papel arrugado…

Estoy en esa etapa en que después de empezar una historia que me parecía genial y prometedora (aunque, en algún punto, a todos nos parecen geniales y prometedores nuestros propios escritos. Más bien es especial para mí mismo), no se si pueda seguirla o terminarla como merece… 

Talvez deba dejarla en reposo indefinido. 

Estela

​Y ya está –me dije– prometo que
no escribiré nunca más sobre ti.
Ni saldrán de mi tintero más «te quiero» que los que una vez te dí.

 
Y si buscara un lucero
preferiría primero
la luna a tus ojos negros sobre mí.
 
porque aunque iluso te espero
y tu mirada venero
hay sueños que es mejor ver solo así.
 
Como saeta perdida en memorias lejanas
cuya estela me visita por la noche sin motivo
y aunque no estés ni hayas estado siempre vienes,
y te cuelas entre lineas cuando escribo.
 

Emanuel Fernández

Crea una web o blog en WordPress.com

Subir ↑